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El disputado voto del Sr. Cayo
No pienso ver el debate. No me interesa escuchar las mismas tontunas y obviedades, idénticas acusaciones y recriminaciones, parecidas propuestas, y similares mentiras a las que ambos partidos nos tienen acostumbrados desde siempre.
El bipartidismo, en mi opinión, es un gran mal para todos. La sociedad española tiene más colores, es más diversa, más plural. Creo que es necesario el pacto, la participación de otros partidos que puedan llevar otras sensibilidades y propuestas de minorías, consiguiendo, al mismo tiempo, que los grandes partidos sean un poco más humildes, menos engreídos, menos clientelares, que tengan que realizar políticas más transversales.
Cómo es lógico, y os imaginaréis, no voto a ninguno de los dos, porque ambos son, a mí parecer, las dos caras de una misma moneda en lo que se refiere a las políticas que nos han llevado a los problemas actuales, aunque uno da, de vez en cuando, una de cal y otra de arena. Ambos parecen poco dispuestos a afrontar con seriedad los problemas medioambientales, los dos son expertos en coleccionar cargos y poltronas, amigos de las puertas giratorias, vividores de la política profesional, agencias de colocación vestidas de partidos, menospreciadores de la cosa pública, impulsores del capitalismo feroz y depredador, amigos impertérritos del ladrillo y del asfalto, y de los enladrilladores, adoradores de ídolos religiosos y propagandistas de la fe católica (inmiscuyéndose en la esfera privada individual de cada cual y confundiendo lo público y lo privado), protectores de poderes reales hereditarios...
¡En fin!
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