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Poesía en el cine. Memorias de África

La película "Memorias de África", basada en la vida de la escritora Isak Dinesen y protagonizada por Meryl Streep y Robert Redford, es toda poesía; en las imágenes, en la música y en los diálogos, y además, en dos ocasiones se recita a poetas, en concreto a Samuel Taylor Coleridge, con parte de "La Canción del viejo Marinero" y de Alfred Edward Housman, con su poesía "A un joven atleta moribundo".
Las poesías recitadas en la película me resultan mucho más atractivas que las poesías originales en inglés y no digamos que las traducciones españolas, donde todo el ritmo y música que pudieran tener en su idioma original se ha perdido definitivamente. Las adaptaciones para el cine parece que le dan un nuevo ritmo y musicalidad, que las hacen muy agradables al oído, aunque quizá los puristas podrían decir que "ya no es la misma poesía".
Cuando Denys Finch Hatton está lavando el pelo a Karen al lado de un lago,  recita parte de "La Canción del Viejo Marinero" de Samuel Taylor Coleridge.

La Canción del Viejo Marinero

Rompió a reír sin medida y sin pausa
mientras sus ojos vagaban perdidos.
Ja, ja, dijo, bien claro veo ahora
que sabe remar el diablo
Adiós, Adiós, amigo
pero atiende invitado,
una última cosa he de decirte:
reza bien quien bien ama,
al hombre, a la bestia y al pájaro.

(Samuel Taylor Coleridge)

En la parte final de la película, en el entierro de Denys Finch Hutton,  Karen recita este poema de Alfred Edward Housman, To an athlete Dying young, que es el poema XIX de A Shropshire Lad. La versión que recita la protagonista es, al igual que sucedía con el texto de Coleridge, una traducción bastante libre y en la que se han eliminado estrofas.

A un joven atleta moribundo

Cuando ganaste la gran carrera
el pueblo entero salió a aclamarte.
Jóvenes y ancianos te vitoreaban
mientras a hombros te llevábamos.
Sabio aquél que sabe escapar pronto
allí donde la gloria no perdura.
Pues aunque pronto crece el laurel
mucho antes que la rosa se marchita.
Pero tú no seguirás el camino
de aquellos que malgastaron su gloria.
Corredores cuya fama se extendió
aunque su nombre perduró menos que ellos.
Ante esa joven cabeza laureada
contemplarán su cuerpo inerte
y descubrirán entre los rizos de su pelo
una guirnalda aun sin marchitar.

(A.E.Housman)

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