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Tiempos de UJA

 

Después de la tormenta

Todavía olía a tierra húmeda. 
El sol acaricia la cara, 
y al girar, calienta la espalda. 
La luz pura, alarga la mirada. 
Entre los dos cerros 
las fragancias se desparraman. 
El sol se despereza, se estira
con desgana, se lava la cara
con el aire limpio de la mañana, 
y perfuma con los aromas 
que sus primeros rayos arrancan. 
Luego, se afana en su tarea: 
engalanar a las encinas 
con su traje nuevo, 
color verde plata. 
En el camino, entre dos lomas 
fortificadas, la sombra se alarga 
empujada por el aire de la mañana, 
feliz, al sentir sus espíritus 
corriendo libres por la vaguada.







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