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Aquellos tiempos heroicos
Mi padre, y su padre
(detrás con boina), con varios amigos. Cuando hacerse ciclista era una
heroicidad, porque para correr una carrera había que irse en bicicleta al lugar
donde se celebraba el día antes, o el mismo día, con carreteras de tierra, o
pistas planas de arena en los campos de fútbol, y cámaras enrolladas en los
hombros por si se pinchaba, y luego, una vez terminada la competición, con
premio o sin él, entero o herido, de vuelta a casa, otra vez en bici. En
aquellos tiempos cuando no había más remedio que arrimar el hombro en la casa
familiar, y cuando los accidentes en la bicicleta, como la rotura de una
clavícula, se pagaban caro segando a pleno sol en agosto. Puede que fuera una
de las pocas carreras en las que su padre, hombre siempre ocupado intentando
sacar adelante a la familia, y probablemente ya enfermo del asma que lo
mató, fue a verlo competir.
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