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Viaje a la nada, de ida y vuelta
Todo es movimiento, cadencia.
Jóvenes, muy jóvenes, flotan,
en una luz fría y pálida,
atareados a un ritmo planificado.
Tumbado allí, ves parte de la sala, la alta,
quieto, sin hacer nada. Todo gira a tu alrededor.
Una voz te habla, y sus ojos,
de una joven, muy joven, te miran.
Algo va a suceder, para eso estás allí, ¿no?
Los jóvenes toman posiciones.
La voz se desplaza. Ahora te vas a dormir,
te susurra, aunque ya no la ves.
Un trueno de dolor te atraviesa.
¿Así debe ser? ¿Falla algo?
Es normal, te dice de nuevo la jóven
de la voz, aguanta. Y desapareces.
Nada. Ya no eres, pero no lo sabes.
Un ser indeterminado, perdido en el infinito,
pero no te importa, porque no sientes.
No puedes entender, porque no existes.
Una fuerza te arranca de algún lugar. ¿Naces?
Voces, de jóvenes, muy jóvenes, revolotean
alrededor, hasta que comprendes, porque ya eres,
que te han rescatado de la ausencia, que has vuelto.
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