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SAFONT, O “CUANDO EL DINERO DEL POBRE (PUEBLO) VA DOS VECES AL MERCADO”
Isabelo Sánchez Gómez
Licenciado en Geografía e Historia
Máster en Patrimonio Histórico: Investigación y Gestión
Miembro de la plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"
Miembro de la plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"
Parece
que el refrán original se refiere al avaro que por ahorrar escatima comprando
algún producto que, debido a su baja calidad, debe volver a comprar por segunda
vez, teniendo un gasto, al final, mayor, que si hubiera comprado desde el
primer momento un artículo de clase superior. El mismo refrán se aplica al
pobre, pero en este caso, la reserva tiene más que ver con la necesidad que con la tacañería, aunque el
resultado sea idéntico en la duración del bien, mas no así en el quebranto, siempre
mayor para el menesteroso.
Plano realizado por Cesáreo Bas Vivancos, a partir del dibujado por El Graco. 1610. Archivo Municipal de Toledo. Indicación de lo que entonces era la isla de Antolinez y hoy es Safont |
Trasladado
el refrán a la "res pública", se entiende que el poder debe siempre
buscar el bien común, mediante la mejor
gestión posible del dinero colectivo, que se aplica a la prestación de
servicios, o la realización de obras. Para ello es necesario promover
licitaciones a precios de mercado razonables, con la mejor relación
calidad-precio, y evitando, en las ofertas, bajas temerarias, aspectos, ambos, que
podrían llevar a una pésima calidad en las prestaciones finalmente contratadas y,
por lo tanto, a un gasto añadido en reparaciones o mantenimientos.
Si
al final se hace todo bien, para el caso de las obras que se acometen, ya sean
edificaciones, o parques y jardines, por ejemplo, todo el mundo sabe, que para
que todo el esfuerzo público no sea en balde, debería existir una planificación
a largo plazo, en el sentido de que la administración tiene que tener en cuenta
no sólo la ejecución de la obra en sí misma, sino el mantenimiento de la misma,
ya sea de forma directa, mediante sus propios recursos, o mediante la cesión,
junto con su mantenimiento, a un tercero, que garantice el funcionamiento del
establecimiento, y por lo tanto el disfrute, a lo largo del tiempo, por parte
de los ciudadanos que financiaron el proyecto.
Sin
embargo, parece que esto no siempre es así. Todos estamos acostumbrados, y
mucho más en los últimos años, a la geografía del despilfarro. Obras, que
fueron vendidas como necesarias y magníficas, que coparon titulares de prensa,
con la foto ineludible del político de turno, y que han quedado abandonados por
nuestro territorio, como vergonzosos muertos de hormigón, edificios en ruina, eriales, o bosques impenetrables. No es que
hayamos comprado, como el pobre, un producto de mala calidad y se nos haya
estropeado, sino que son millones de euros que “teóricamente” estaban bien
gestionados en relación a la calidad-precio que se esperaba, e iban a ser
útiles a la sociedad, pero que se esfumaron, sin concluir la obra, o tras el
abandono de su mantenimiento, y por lo tanto, sin que la ciudadanía haya podido
disfrutarlos, aunque sí se carga la merma económica a sus costillas, y sin que nadie haya asumido
responsabilidades.
Aeropuertos
sin aviones, autopistas que no van a ninguna parte, líneas de alta velocidad
ruinosas, depósitos subterráneos de gas, etc. Todas ellas obras inacabadas, mal
planificadas o ruinosas. Ahí está el “Quixote CREA”, un cubo gigante, con un
impacto paisajístico tremendo, que además destruyó 1.400 tumbas del cementerio
medieval, cerca de 200, sin ni siquiera documentar. La obra, además, parece que
carecía de una utilidad real, en el sentido de que no se conocen estudios que
justificarán la necesidad o provecho ciudadano, existiendo en la ciudad, en
esos momentos, otro auditorio recientemente inaugurado. La prueba del
despilfarro realizado es que más de 7 años después de paralizado el proyecto,
se siguen buscando usos al edificio,
ahora distintos a los del edificio original. Es decir, no es que se
comprara algo malo, es que la obra se realizó por hacer algo, sin un propósito,
salvo tal vez el de que el político de turno se apuntara un tanto. A este
ejemplo puedo añadir, que se me ocurra ahora mismo, sin pensar mucho, en la ciudad de Toledo: la Casa de la
Juventud, el Barrio Avanzado, el edificio de “Toletum”, el nuevo hospital de
Toledo (ahora ostensiblemente recortado), el Centro del Fuego, el Puente de
Polvorines, el Parque de Polvorines o el ferial de la Peraleda,
y por qué no, el parque de Safont, vergonzosamente abandonado a su suerte desde
hace más de veinte años.
Safont. alrededor de 1934 Archivo Municipal de Toledo. Recorte de la foto "Vista aérea del puente alcántara desde el sur". Donada por Jose Luis Isabel Sánchez. |
La
salida del recinto ferial de la Vega fue muy dolorosa para muchos toledanos.
Ese espacio guardaba muchos recuerdos y vivencias, y emocionalmente fue duro el
traslado. Ya nadie recuerda cuáles son los motivos que llevaron a nuestras
autoridades a tomar esa decisión, pero a ninguno se le escapa que debieron
tener relación con el espacio, limitado, los problemas de movilidad, bloquear
toda una zona imprescindible en las comunicaciones de la ciudad, o los
problemas de ruido para los vecinos. Como alternativa, se planificó un ferial
alejado de la ciudad, en una zona amplia, bien comunicada, con amplias superficies
de aparcamiento y para la ubicación de los feriantes. Tampoco recordamos como
nos lo vendieron. En todo caso, no recuerdo grandes manifestaciones ciudadanas
oponiéndose al proyecto.
Durante
varios años, según mi percepción, la feria en el nuevo ferial fue un éxito. Año
tras año se llenaba, y había un muy buen ambiente. Poco a poco, el enlace
emocional con la Vega, fue olvidándose según los nostálgicos fuimos haciéndonos
mayores y empezaron a incorporarse a los festejos jóvenes sin esos lazos
afectivos. Entonces algo sucedió, tal vez relacionado con el cambio de
calificación del suelo, de rústico a urbanizable de aquel espacio. Desde un
momento determinado el ferial entró en decadencia, debido, como tantas veces
sucedes, a la falta de mantenimiento, y
a que poco a poco los conciertos y actividades que podían atraer a gente se
trasladaron a otras partes de la ciudad. Al poco empezaron a lanzarse globos sonda
desde la administración municipal sobre el traslado del ferial a otras zonas de
la ciudad. En el año 2014, Emiliano García Page anunció la vuelta del ferial a
La Vega, para el año 2015, hasta que pudiera trasladarse a la zona de
Azarquiel-Huerta del Rey, donde al parecer ya tenían un proyecto. Por cierto,
aunque sólo han pasado cuatro años, ese proyecto, que debió costar un dinero,
es diferente al que ahora presenta la alcaldesa.
Vega de Safont. Postal .Hayuser y Menet. Alrededor de 1945. Imagen posible década de los 20 Colección Archivo Municipal de Toledo |
Está
claro que el cambio de ferial sólo tiene el propósito de dejar el espacio de la
Peraleda libre para la construcción de pisos, y si los políticos, además,
pueden rentabilizar dicho cambio en término de votos, convenciendo a la
ciudadanía de que eso es lo mejor, miel sobre hojuelas. Claramente se ha jugado
con la desafección de la ciudadanía con la feria en La Peraleda, a mi juicio
provocada intencionadamente para sacar el ferial de allí. En ese cansancio
ciudadano se ha jugado con las emociones del recuerdo de la feria de la Vega,
proponiendo el traslado a una zona cercana y céntrica, pero obviando los
problemas que generará dicha instalación, en la línea de los que ya provocaba
en su momento La Vega: dificultades de aparcamiento, colapso circulatorio,
ruido, etc. También se ha obviado decir que ese cambio supone la destrucción de
lo que un día fue uno de los mejores parques de Toledo, y una zona de
esparcimiento de los ciudadanos, que se puede disfrutar todo el año, siempre y
cuando se haga una pequeña inversión, a
cambio de una infraestructura que se usará sólo un par de semanas.
Bella imagen de la noria del parque. Web menéndezdeluarca. Parque de Safont |
En
fechas recientes, como todos sabemos, la alcaldesa Milagros Tolón, anunció el
traslado e instalación del ferial en Safont. Aunque se vende como que los
problemas que se generarían en La Vega no se producirán aquí, en realidad es
prácticamente igual, o peor. Las posibilidades en cuanto a la accesibilidad de
la zona son muy limitadas. El puente de Azarquiel es esencial en la
comunicación de la ciudad, ubicado entre el Paseo de la Rosa y la Avenida de
Castilla-La Mancha, o la rotonda del Salto del Caballo. Son áreas donde en días
normales se producen importantes atascos, con lo que no quiero ni pensar los
que se producirán si finalmente se instala aquí el ferial. Lo auguro un corto
recorrido, y luego el clásico olvido, y a pagar de nuevo, cuando haya otra
ocurrencia, u otros intereses en juego.
En
todo caso la alcaldesa también lo vende como un proyecto muy aceptado por los
ciudadanos, porque nunca ha cuajado el ferial en La Peraleda. No puedo estar en
más desacuerdo con estas declaraciones. La mayoría de las ciudades importantes
tienen un ferial alejado del núcleo urbano y, como decía, si el ferial no ha
cuajado no ha sido por su situación, sino porque lo han dejado morir aposta. Es
muy fácil decir lo de la aceptación ciudadana sin haber realizado consulta
alguna, o por lo menos a mí no me han preguntado, o no me he enterado, y me
temo que tampoco al resto de los toledanos.
Vista del parque de Safont cuando estaba cuidado. Web menéndezdeluarca. Parque de Safont |
Safont
es un espacio con un gran potencial para que los ciudadanos puedan disfrutar
del río en un entorno agradable, sin embargo, como sucede tantas veces, en los
últimos tiempos ha sufrido el mismo destino que otros espacios en la ciudad,
como el Parque de Polvorines, o que La
Peraleda, tal vez con la idea de que la ciudadanía conceda que aquí se
construya un ferial, para mejorarlo. Aún así, es un espacio con un importante
número de árboles, en el centro de la ciudad, que sin mucho esfuerzo puede ser
un magnífico parque del que los ciudadanos disfruten todo el año, en lugar del
par de semanas que se “disfrutaría” del ferial.
Azuda en el manuscrito Bayad-wa-Riyad |
En
la línea de la “geografía del despilfarro” y del uso deficiente que se hace del
dinero público, nada mejor que hablar de este espacio Safont. Hace años era una
isla, la Isla de Antolinez. El brazo del río que circulaba más al oeste, fue
anulado, y el espacio se convirtió en una gran huerta para la ciudad. En los
años 70, era una de las zonas de baño y recreo más apreciadas por los
toledanos, aunque con el inicio de la contaminación del río el espacio perdió
atractivo. A raíz de la construcción de la carretera que hoy es la Avenida
Castilla-La Mancha, el espacio quedó relativamente aislado y sin uso.
Quiero
recordar aquí, el momento en el que este espacio fue convertido en un parque,
en 1997. El objetivo del Ayuntamiento, era " ofrecer un parque en el que
las actividades recreativas se conjuguen con las de huerta y vivero y con la
conservación de sus valores naturales. Recuperar las vegas de regadío, que
formaban históricamente a la ciudad, y utilizar los antiguos artificios para la
elevación del agua con objeto de dotar al parque de ciertos elementos de espectacularidad
que contribuyan a la atracción del público a una zona relativamente alejada del
casco. Comunicar el parque con Toledo atenuando la imagen de barrera de la
N-401. Recuperar y poner en valor el polo de atracción que constituyen el
conjunto de edificios históricos de molinos, fábrica de harinas y central
hidroeléctrica, situadas en torno a la presa y mina del Corregidor”. Como ven,
hubo un plan, un proyecto, y un deseo de crear espacios agradables,
relacionados con la naturaleza, el río, y los usos tradicionales de las vegas,
para los ciudadanos. Ese proyecto se ejecutó y debió tener un coste importante.
Algunos
conseguimos ver el agua correr por los canales, elevada por la majestuosa noria
de acero corten, de 17 metros de altura, que trataba de rememorar las norias de
corriente que en la antigüedad giraban en
las márgenes del río Tajo para regar las huertas. Albercas, canales,
alamedas, y el agua, generaron durante un tiempo un espacio mágico, que perdió
la magia el día que la noria se averió, y nadie se preocupó por repararla, el
agua se estancó y se pudrió en las balsas, los canales se arruinaron, y la
maleza y la basura empezaron a adueñarse del parque. Los ciudadanos pagamos la
obra con nuestros impuestos, y consentimos en el abandono. Ahora, nos toca
pagar de nuevo la obra de turno que se le ocurre al político, hasta que llegue
la siguiente, y así en un giro infinito, a diferencia del de la noria, que se
paró de pronto un día, cansada del desprecio de los humanos hacia su bella
mole.
En
el siglo XI, Al-Mamun, el rey taifa, en las tardes calurosas de agosto, se
sentaba en el Salón de la Noria, y era feliz contemplando el reflejo de la
rueda en el espejo del agua cristalina de la alberca, mientras veía caer el
agua en haces multicolores, y sentía su frescor, arrullado por el sonido de
cada giro. Luego, veía el agua correr por el canal y perderse por el fondo en
un bosque de higueras. Una vez, alguien tuvo un sueño y quiso rememorar esa
historia, y ofrecer una experiencia similar a todos los ciudadanos, y lo plasmó
en un proyecto que fue llevado a la práctica con el dinero de los impuestos de
los ciudadanos. Probablemente, un alcalde se hizo una foto para dejar
testimonio de que era una obra suya y para rentabilizarlo políticamente, y
otro, u otros alcaldes, decidieron más tarde realizar sus propias obras, para
las que necesitaban recursos económicos, y consideraron que los gastos de
mantenimiento de las obras de sus antecesores eran prescindibles, porque no
eran las suyas. ¡Cómo iban a pensar que esas obras no eran de ellos, sino de
los ciudadanos!
Y
cómo se va a admitir ahora, que los objetivos que se esgrimieron en 1995 para
construir el Parque de Safont, son igualmente válidos y beneficiosos para los
ciudadanos en 2019, si el regidor de turno tiene que hacer su propia obra, se
sacrifique lo que se sacrifique, sobre todo si hay que rentabilizar económicamente
el espacio de La Peraleda, y hacerse la foto correspondiente foto para
rentabilizarlo políticamente. Mucho más si al mismo tiempo se atiende la
demanda ciudadana que grita por el traslado del ferial a Safont, porque como
todo el mundo sabe, la alcaldesa nos ha preguntado uno a uno, y, en todo caso,
todo el mundo está de acuerdo en que no
hay comparación entre escuchar el gemir de una noria, el agua cantarina cayendo
de sus cangilones, su correr por las acequias y el salto final a la alberca,
entre huertos, jardines, arboledas frescas y frutales; o sufrir un atasco
interminable, respirar gases de escapes, escuchar las magníficas sirenas, y la
música atronadoras de las atracciones de feria, mientras paseamos por un suelo
de hormigón prensado. ¡No hay comparación! ¡Dónde va a parar!
Safont en un Paisaje de Toledo, de Diego Rivera. 1913 |
Todo
queda listo para la próxima ocurrencia, eso sí, otra vez tendremos que pasar
por caja, porque el dinero de los impuestos del pueblo, no debe tener el mismo
valor que el dinero particular, y puede ir cuantas veces quiera el político de
turno, al mercado. En fin, qué le vamos
a hacer.
Referencias
Isabelo Sánchez Gómez
Licenciado en Geografía e Historia
Máster en Patrimonio Histórico: Investigación y Gestión
Miembro de la plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"
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